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el afecto... según la biopsicología

El afecto es una necesidad,…eso no tenemos ninguna duda. Ahora bien, si tratamos de explicar el porqué, nos damos cuenta de que tenemos grandes dificultades para tratar de ofrecer un razonamiento comprensible. Los llamados "expertos" tampoco nos aclaran excesivamente por largos que sean sus discursos. Pero si no hay afecto vendrá seguro la "soledad" y con la soledad, posiblemente la enfermedad.

Lo que ocurre es que nuestra experiencia cotidiana nos enseña cuanto necesitamos del afecto de los demás, pero hasta la fecha, nadie ha sido capaz de descifrar la verdadera naturaleza del afecto y, en consecuencia, comprender la razón de su necesidad.

Es interesante aclarar qué entendemos por necesidad primaria, a diferencia de una necesidad secundaria. Todo ser vivo necesita obtener recursos de su entorno para poder sobrevivir. Por recursos entendemos cualquier forma de materia y/o energía que pueda serle útil para sobrevivir.

Una necesidad primaria, o el recurso primario que la satisface, es aquella que es imprescindible para la supervivencia de un ser vivo y que no puede ser sustituida o satisfecha por ningún otro recurso disponible. Por ejemplo, para la inmensa mayoría de los seres vivos, el oxigeno es una necesidad primaria, es decir, que sin una determinada cantidad de oxigeno disponible no podemos sobrevivir. El oxigeno no puede ser sustituido por ningún otro gas o sustancia. Es único y esencial para la supervivencia.

Además del oxigeno, los seres vivos tienen varias necesidades primarias que, en general, son conocidas por todos. El calor, el alimento y el agua, además del oxigeno, son necesidades primarias de la mayoría de seres vivos. Sin alguno de estos elementos o con una cantidad insuficiente de alguno de ellos, un ser vivo no puede sobrevivir.

Si estas con alguien, que te da afecto,..seguro que sobrevives, aunque sea dentro de un tubo.

Por el contrario, llamamos necesidades secundarias aquellas que, mejorando la probabilidad de supervivencia, no son imprescindibles para este fin o que pueden ser sustituidas por otras. Por ejemplo, el territorio es una necesidad para una gran mayoría de animales, puesto que, normalmente, de él depende su capacidad para obtener alimento y agua. Pero todos sabemos que un animal puede sobrevivir sin territorio si se le ofrece suficiente agua y alimento. También, una clase determinada de alimento es una necesidad secundaria en la medida que puede ser sustituida por otra. Para un león, las cebras son una necesidad secundaria en la medida que puede alimentarse de otras especies.

Así pues, lo que afirmamos es que el afecto es imprescindible para la supervivencia de los seres humanos y que tal necesidad no puede sustituirse por ningún otro tipo de recurso. Sin una determinada cantidad de afecto, ningún ser humano es capaz de sobrevivir o, que sin una cierta cantidad de afecto todo ser humano enferma y muere irremediablemente.

Dicho así, es probable que esta afirmación tan dramática sorprenda, por lo que es necesario aclarar la verdadera naturaleza del afecto y su directa incidencia en la supervivencia y salud de los seres humanos.

Tiene que existir alguna necesidad primaria además del calor, el oxigeno, y el alimento para que un ser humano pueda sobrevivir. ¿Cuál puede ser? Lo más probable es el niño necesita una familia para sobrevivir. En principio es cierto, pero necesitamos aclarar qué es lo que aporta una familia a la supervivencia del niño, ya que existen casos en los que la familia maltrata a sus hijos y les causa la muerte. Un niño sin afecto es más frágil que un vaso de cristal en un huracán.

¿Qué necesita el niño de una familia? Por ejemplo, podríamos pensar que la mera presencia de otros seres humanos es suficiente para el niño. Pero todos sabemos que no serviría de nada si el niño no puede interaccionar con ellos. ¿Qué clase de interacción necesita? ¿Cualquier tipo de interacción es positiva para el niño? Ya hemos dicho que los malos tratos, por ejemplo, no benefician la supervivencia de los niños.

En este momento, a más de uno se le ocurrirá decir que el niño necesita afecto (cariño, amor, etc.) de su familia. Cierto, pero ¿por qué necesita afecto? ¿por qué sin afecto un niño tiene que morir?

Ahora es cuando tenemos el peligro de entrar en un callejón sin salida, porque existe el prejuicio de que el afecto, el amor, el cariño, son fenómenos espirituales, es decir, no materiales, y, por tanto, inexplicables en último término. Este ha sido el error en el que ha caído la psicología tradicional hasta la fecha y que nos ha mantenido en la más completa oscuridad con respecto al fenómeno afectivo y a muchos otros más.

Nos preguntábamos si un niño podría sobrevivir solo, a pesar de tener suficiente oxigeno, agua y alimentos. Habíamos visto que no, que necesitaría además una familia que le proporcionase afecto. Además necesitará afecto, nada mas nacer... afecto, cariño, abrazos, compasión, mimos.... "llámalo como quieras",... pero afecto sin duda.

Olvidemos, por un momento, el afecto y preguntémonos por lo que una familia proporciona, de hecho (físicamente, materialmente, objetivamente, etc.), a un niño para que pueda sobrevivir, además de los alimentos. Puede proporcionarle protección frente a los depredadores, cuidados frente a enfermedades, seguridad frente a los potenciales accidentes y conocimientos para adquirir nuevas habilidades que aumenten la capacidad de supervivencia del niño en su ambiente.

¿Si un niño recibe todo esto de una familia, podrá sobrevivir? Sin ninguna duda, ya que todos los peligros que amenazan su supervivencia estarán "bajo control". Un niño no sólo necesita protección sino adquirir una gran cantidad de habilidades y conocimientos para sobrevivir, de modo que en el futuro necesite menos la ayuda de su familia. De ahí que, si los recibe, pueda sobrevivir con mayor probabilidad.

Entonces, si el niño puede sobrevivir recibiendo el cuidado de su familia, ¿qué hay del afecto? ¿Puede alguien alimentar, curar, proteger y enseñar a un niño sin afecto?

Es cierto que nos puede parecer que unos padres tengan poco cuidado de sus hijos pero que sean muy afectuosos con ellos. Es decir, que sean unos padres "muy simpáticos" aunque no protejan, cuiden ni enseñen a sus hijos. Pero el resultado de tal crianza siempre es un fracaso para los hijos. Por el contrario, puede también ocurrir que nos parezca que unos padres cuiden mucho de sus hijos pero que no sean "muy simpáticos" con ellos. Y a pesar de la falta de simpatía, sus hijos se desarrollarán y sobrevivirán con éxito. La protección y el afecto de una madre, no se paga con dinero,... ni con nada. Es la que te entiende, la que te arropa, la que te quiere, la que te aconseja, la que te protege, la que te prepara, la que te lanza a la vida con un colchón cuando caigas... en fín podríamos decir que sin una madre el afecto se vería muy afectado.



Lo que suele ocurrir es que no queremos ver lo que es evidente, que el afecto y el cuidado son una misma cosa y no dos hechos separados (uno espiritual y otro material). El afecto, sin el cuidado, la protección y la enseñanza no sirve para nada, es un simple espejismo, un engaño. Por el contrario, con la protección, el cuidado y la enseñanza, es irrelevante la existencia del afecto.

Claro que puede decir "quiero las dos cosas", pero para aclarar si el afecto es realmente un hecho físico y material que se manifiesta en los cuidados, la protección y la enseñanza, escoja entre las dos alternativas. A los cientos de personas que hemos hecho esta misma pregunta, el 100% ha coincidido en preferir la segunda alternativa, es decir, preferimos ser cuidados, protegidos y enseñados aunque sea sin afecto que no al revés. Es decir, preferimos (necesitamos) hechos y no buenas intenciones.

Entonces tenemos dos alternativas. O bien tenemos que rechazar que el afecto sea necesario para sobrevivir, siendo una entidad espiritual que nada tiene que ver con la vida y su mantenimiento, o bien comprendemos que el afecto agrupa todo lo que hemos dicho acerca de lo que puede proporcionar una familia para que el niño sobreviva. Es decir, que el afecto consiste en proteger, cuidar y enseñar al niño para que sobreviva.


No sólo esto, sino que el concepto biológico del afecto encierra toda una nueva forma de comprender al ser humano, que va mucho más allá. De este nuevo concepto se derivan un enorme conjunto de consecuencias que conducen a una nueva psicología como ciencia biológica. Esta nueva concepción la podríamos calificar, sin lugar a dudas, de 'revolución afectiva'.

Porque la clave está en reconocer que el afecto es un hecho físico, real, material y no espiritual. Si somos capaces de ver esto, podemos empezar a analizar los hechos afectivos, a contabilizarlos, medirlos y a establecer hipótesis acerca de sus manifestaciones. De lo contrario, seguiremos en la oscuridad, en las "nubes", y no haremos otra cosa que hacer poesía de dudosa calidad.


Generalizando, podemos ver que la vida en grupos es el resultado de una necesidad primaria, de supervivencia, debido a la incapacidad que tienen los individuos, por sí solos, de sobrevivir. Cuando nuevas circunstancias ponen en peligro la supervivencia de una especie, o bien desarrolla nuevas capacidades para hacer frente a los nuevos peligros de forma individual o desarrolla nuevas capacidades sociales (de ayuda) que permitan lograr el mismo objetivo. En caso contrario, se extingue.

Nos debemos dar cuenta de que para los seres humanos, al igual que para todas las especies llamadas sociales, la ayuda de los congéneres es una necesidad primaria de los individuos de la especie. Sin la ayuda de los demás, ningún ser humano puede sobrevivir, por muy fuerte, inteligente, sano, hábil, etc., que sea.

Nuestro éxito como especie nos impide ver con claridad el enorme grado de dependencia que cada uno de nosotros tiene de los demás. En realidad, vistos objetivamente, los individuos humanos tenemos un alto grado de discapacidad para la supervivencia en solitario. Nuestras capacidades individuales están muy disminuidas. Podemos decir, sin equivocarnos, que somos individuos disminuidos y discapacitados para poder sobrevivir en solitario.

Nuestra fuerza, nuestro desarrollo imparable, no proviene ni de la inteligencia individual, ni de la fuerza individual sino de la inteligencia y la fuerza colectivas, de los grupos y de la sociedad. Tomados de uno en uno, los humanos somos tan indefensos como las hormigas y nos superan una gran mayoría de animales. Realmente cuesta mucho hacerse una idea real de hasta donde llega nuestra debilidad e incapacidad a nivel individual.


Si examinamos todos los logros de la especie humana, nos daremos cuenta que han sido obtenidos mediante la continua colaboración de los individuos de cada generación. Probablemente, la diferencia entre nuestro cerebro y el de los demás animales sea que sabe sumar con más facilidad. Todo nuestro éxito proviene de sumar, sumar y sumar. Sumar esfuerzos, conocimientos, memorias, fracasos, sufrimientos, etc.

Si prestamos ayuda a nuestra pareja o a nuestros hijos, lo llamamos 'amor' o 'cariño', si prestamos ayuda a un amigo lo llamamos 'afecto' o 'amistad', y si prestamos ayuda a desconocidos lo llamamos 'ayuda' o 'solidaridad'. Pero sea la que sea la palabra que utilicemos, siempre nos estamos refiriendo a una misma clase de hechos. Quizás la palabra más general y más amplia, a nuestro entender, que los designe sea 'ayuda', aunque es de libre elección escoger otra cualquiera.

Recapitulando lo que hemos planteado, constatamos que sin la ayuda de los demás, los seres humanos no podemos sobrevivir y que esta ayuda adopta la forma de afecto, amor, cariño, solidaridad, amistad, cuidados, atención, etc., según el contexto y el tipo de ayuda proporcionada. Es decir, que podemos afirmar también que sin el afecto, amor, cariño, etc., de los demás, los seres humanos no podemos sobrevivir.


Lo que la biopsicología ha sido capaz de despejar es que nuestra salud no sólo depende de nuestras "buenas" relaciones con los virus y bacterias que tratan de aprovechar nuestra energía en su beneficio sino que también depende de nuestras "buenas" relaciones con nuestros congéneres que, también, tratan de aprovechar nuestra energía en su beneficio. Y esto es así no por maldad sino por necesidad, puesto que cada uno de nosotros no podría sobrevivir sin recibir ayuda (energía) de sus congéneres, es decir, sin su afecto.


El origen de los déficits afectivos reside en los adultos. Puesto que el afecto es trabajo, es decir, energía, las necesidades afectivas de niños y viejos sólo pueden cubrirse con los excedentes de los adultos.

El problema aparece cuando los adultos no disponen de excedentes e, incluso, necesitan ellos mismos de apoyo y ayuda.

Esto ocurre cuando un adulto no ha podido desarrollar suficientemente sus capacidades cerebrales debido, por supuesto, a no haber recibido suficiente ayuda en su desarrollo. Aunque aparentemente parezca un adulto, aunque su desarrollo muscular sea el adecuado, su cerebro tiene muy poca capacidad de adaptación, de trabajo, de procesamiento. Ante los problemas busca refugio y apoyo en los que le rodean y carece de toda capacidad para ayudar a resolver los problemas de sus hijos. Si en su desarrollo no ha adquirido suficientes habilidades y capacidades de trabajo para resolver los problemas de la vida, siempre necesitará obtener afecto de los demás, de su familia, amigos, etc., además de la ayuda social que reciba. Entonces, el déficit afectivo que él sufrió se hereda a sus hijos.

Llo cierto es que el ser humano no puede sobrevivir sin la ayuda de los demás. Durante nuestra infancia dependemos críticamente de la ayuda que recibamos. Más o menos ayuda recibida determinará irreversiblemente nuestro desarrollo en el futuro. Es decir, que la ayuda es una necesidad primaria de los seres humanos. Y hemos visto que esta clase de ayuda es la que denominamos comúnmente como afecto.

El afecto no es una entelequia espiritual ni angelical, sino la ayuda que necesitamos para poder sobrevivir. Y esta ayuda no es gratuita ni está disponible libremente puesto que ayudar significa realizar un trabajo en beneficio de otro ser vivo, es decir, ceder parte de la propia energía a otro ser vivo. Así, cuando prestamos afecto a otra persona trabajamos en su beneficio y no en el nuestro, perdemos energía en su favor.

En consecuencia, las capacidades afectivas de cada uno están estrictamente limitadas por la energía disponible, por la capacidad efectiva (no afectiva) de realizar trabajo, de resolver problemas. Uno quisiera inundar de afecto a todo el planeta pero la verdad es que no puede, no disponemos de la energía ni la capacidad para lograrlo. Queremos querer mucho pero podemos querer muy poco.

En cualquier caso, se quiera mucho o poco, siempre todo acto de afecto, de amor, de cariño, de ayuda significa una pérdida de energía para quien lo proporciona. Y esta es la razón por la cual un desequilibrio en las relaciones afectivas conduce inevitablemente a la enfermedad y la muerte.

El hecho que la biopsicología pone de relieve es que todas las enfermedades cuyo origen médico se desconoce (cáncer, infarto, hipertensión, etc.) no se producen espontáneamente ni tienen su origen en el propio enfermo sino que están causadas por agentes biológicos externos que no hemos sido capaces de ver debido a que son las personas como tu y yo. Lo difícil del descubrimiento de Pasteur fue la pequeñez de los agentes biológicos causantes de las enfermedades (bacterias). Lo difícil del descubrimiento de la biopsicología es que somos nosotros mismos quienes causamos la enfermedad de nuestros congéneres.

Unos padres con mucha necesidad de ayuda acaban causando la enfermedad de sus hijos puesto que no pueden evitar utilizar a sus hijos como fuente de ayuda, un esposo/a con mucha necesidad de ayuda acaba causando la enfermedad de su esposa/o por la misma razón, etc. Por la experiencia que hemos recogido hasta el momento, son precisamente las relaciones afectivas duraderas e intensas las que están en el origen de las enfermedades y la muerte de la mayoría de las personas en las sociedades modernas.

Y la razón principal es que la capacidad de ayuda es muy escasa, puesto que aún no se han inventado máquinas capaces de sustituir al trabajo cerebral. Para resolver los problemas de la vida sólo contamos con nuestro cerebro y si su desarrollo ha sido escaso (que es lo más frecuente) necesitamos mucha ayuda de los cerebros de las personas que nos rodean. Nuestro impulso de supervivencia nos conduce a desarrollar estrategias capaces de lograr que los demás nos presten su ayuda cerebral. Y cuando nuestra necesidad es muy alta y dependemos de la ayuda de muy pocas personas, tarde o temprano dichas personas enfermarán.

Ya sabemos que aceptar estos hechos es muy desagradable, puesto que nos hace a todos responsables (en un sentido científico, no moral) de las enfermedades de los que nos rodean. Nos enfrentamos, como siempre, al mismo problema. ¿Preferimos la verdad dolorosa o la mentira bondadosa? Evidentemente, que cada uno opte por lo que más prefiera. Pero si alguien tiene verdadero interés en prevenir la aparición de cualquier tipo de enfermedad o de contribuir a superar una enfermedad existente (junto con los tratamientos médicos pertinentes), que se tome en serio estos hechos a pesar de que sean realmente crueles.

...La psicología, desarrollada como una ciencia biológica, se ocupa fundamentalmente de las relaciones afectivas en tanto que inciden directamente sobre la salud de los seres humanos. ...
Fuente: Biopsychology.org

Espero os haya interesado y espero que no os falte nunca el afecto.
Al menos, recibir por ahora un abrazo virtual mio.

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