

Para el historiador de la moda Nicola Squicciarino, en Occidente el pudor aparece como el "angustioso" recuerdo de nuestra parte animal, instintiva y no racional.
La concepción cristiana del cuerpo como una "cárcel del alma" es coronada en la afirmación de Hegel de que "el hombre que toma conciencia de su destino superior, es decir, de su esencia espiritual, oculta las partes de su cuerpo que sirven solamente para desempeñar las funciones animales". Durkheim también define al pudor como la lucha contra la animalidad, pero con el matiz que supone la afirmación de que su origen también se vincula con los "peligrosos" efluvios sexuales femeninos.
El español aún conserva un testimonio de esta consideración del cuerpo como un ignominioso revestimiento del espíritu cuando designa con la palabra genérica verguenzas a los genitales masculino y femenino, tal como atestigua el Arcipreste de Talavera en su libro El Corbacho: "Una mujer cortó las verguenzas de su hombre porque supo que con otra se había echado. Un día tomó su vergüenza en la mano y se la cortó con una navaja", y Fernando García Pavón en El reinado de Witiza: "Las mujeres dieron de mamar a sus hijos y se lavaron las verguenzas".
En diversas culturas –incluida la occidental- los celos masculinos habrían sido una de las razones poderosas para crear el vestido y, con él, el pudor, que se manifestaría principalmente a través de un abanico de tabúes. Mientras en algunas de estas comunidades los hombres circulan desnudos y las mujeres tienden a cubrirse, en otras es frecuente que las mujeres casadas vayan vestidas, y que las demás, aunque adultas, no usen ropa.

En diversas culturas –incluida la occidental- los celos masculinos habrían sido una de las razones poderosas para crear el vestido y, con él, el pudor, que se manifestaría principalmente a través de un abanico de tabúes. Mientras en algunas de estas comunidades los hombres circulan desnudos y las mujeres tienden a cubrirse, en otras es frecuente que las mujeres casadas vayan vestidas, y que las demás, aunque adultas, no usen ropa.



¿Cómo es que la mujer parece más pudorosa y al mismo tiempo más exhibicionista que el hombre? Algunos psicólogos sostienen que la tendencia femenina a mostrar el cuerpo deriva de la fisiología misma de la mujer, cuyas zonas erógenas están más extendidas por toda la superficie corporal que en el caso del hombre. El exhibicionismo aparecería así como una suerte de Mr. Hide del Dr. Jeckill del pudor: mientras el primero tendería a mostrar el cuerpo y a tornarlo más atractivo, el segundo perseguiría el mismo propósito ocultándolo total o parcialmente.
Las ceremonias del pudor no refieren con exclusividad al cuerpo y son sumamente complejas en culturas en las que este valor reviste una importancia capital. En el Japón, uno de los juegos de seducción de la geisha consiste en servir una simple taza de té haciéndole creer al hombre que tiene delante que le permite ver una parte de su cuerpo a la que ningún otro tiene acceso. La geisha debe subirse la manga del kimono dando la impresión de que el gesto es inconsciente, de que está concentrada en el té. Occidente parece haber ignorado sutilezas semejantes, aunque no ha sido indiferente a este doble juego en el que mostrar y ocultar son las dos caras de Jano de una idéntica dinámica del recato. La pregunta del millón sería: ahora que todo va camino a ser develado, ahora que las tangas –y con ellas el pudor- han llegado a su mínima expresión, ahora que no queda casi nada por destapar, ¿cuáles son los nuevos acicates del deseo que nos tiene reservados el siglo XXI?

1 comentario:
Excelente comentario, hoy en dia el pudor ha dado un cambio enorme a la percepcion de la sociedad, asi mismo debemos conservar ciertas culturas pero sin dejar que nuestra mente se cierre al punto de no entender el dia a dia actual.
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